miércoles, 15 de agosto de 2007

21. Sibiu


Llegamos ya de noche a Sibiu, fuimos a cenar el plato típico de Rumania, hojas de col rellenas con carne, el menú es corto en este país, fuera de ensalada de tomates con pepino y queso, o brochetas de carne. De ese paseo nocturno por Sibiu apenas recuerdo las ventanas en forma de pupilas, donde las gotas de lluvia se asemejan a lágrimas. Vamos a buscar hotel, no encontramos en el centro, a las afueras nos alojamos en el "Sport hotel", la única relación con el deporte es su cercanía con el estadio. Nos recomiendan el museo ecológico, convenzo a Yael, no nos podemos perder un museo al aire libre, según mi imaginación, es sobre el arte bruto, la belleza del ingenio humano. Para nuestra decepción, el museo es un parque con réplicas de las casas comunes de Rumania, de las que ya hemos visto las originales en la carretera. Nos persigue el guardián del parque, por fin nos alcanza, nos están buscando los del hotel, nos acusan de robar el control del televisor (no les pido fe en nuestra honestidad, pero sinceramente, es lo último que se me ocurriría hacer). Seguimos atravesando el parque, pasamos por un zoológico cuarenta años atrasado, al igual que el país, el león está encerrado en una jaula diminuta, los monos parecen la resurrección de Mme. Bovary. Por fin encontramos la salida del parque y el coche, pero no nos dejan salir, los del hotel nos persiguen. Abrimos las maletas y efectivamente, Yael se había llevado por error el control. No obstante, cuando lo encontramos, nos dimos cuenta de que habíamos perdido las llaves del coche, que encontramos varios minutos después en la maleta, donde antes buscábamos el control. En fin, entre otras cosas, hemos perdido también la mañana, que quizás vuelva Magdalena sabor a adobe.

20. Viejitos



Las tardes en Rumanía, de horas vacías después de la jornada de trabajo, de arar la tierra con el cuerpo y hacer montos de paja con las manos. Camino de regreso, montados en la carreta. Antes de caer la noche el tiempo se alarga y acontece la vida simple, de quehaceres innecesarios. Los ancianos se sientan en las bancas frente a los portones, y uno de ellos discute con el otro y utiliza las manos a more geométrico, nos saludan desde las ventanas, les somos tan exóticos como ellos a nosotros, tan extrañas. Y los ancianos ríen, sospechan sabiamente, y uno de ellos me toma de la mano para guiarme al hotel, aunque ya no recuerda la calle, porque la memoria se vuelve selectiva a cierta edad y los días son largos, intemporales, como en el viaje.

19. ¿Ya llegamos?

Una hebra de lana entra por la ventana, yo estoy concentrada en la leer nuestra lírica guía francesa, basada en las experiencias y sensaciones de su autor, un blog impreso, incapaz de datos cuantitativos o de alguna información precisa, pero eso sí, de repente Verlaine lo posee, los pueblos de pastores a media tarde, (no dice qué kilómetro). Pregunto en voz alta si ya llegamos a los pueblos de pastores, y tras unas risas (y una hebra de lana sobre la nariz) levanto la mirada y veo este paisaje. Nos bajamos a platicar con la familia, les tomamos fotos, bendita cámara digital que les permite ver su imagen, se emocionan, quieren que les enviemos las fotos por correo, el padre nos dice que quiere ir a Jerusalem. El padre habla de sus sueños, mientras las mujeres recogen la lana. La Jerusalem terrestre no es para nosotras. (si al autor de la guía lo atacan impulsos poéticos, ¿por qué reprimir mis impulsos feministas?)

lunes, 13 de agosto de 2007

18. Pink horses

Les presentamos a nuestro auto, "brand new" como no los publicitó nuestro agente Hoffman en Budapest, quien muy amablemente nos rentó el carro y nos mandó durante nuestra estancia mensajes al celular con el tipo de cambio y el estado del tiempo. Nuestro auto es estilo señora cuarentona, como pueden ver en la foto, junto al equipo de viajeras y nuestro amigo Alin. Para mantener a pilotas y copilotas en estado de vigilia, nos hacemos transfusiones de cafeína a toda hora, el gran descubrimiento del viaje es el Power Pink Horse light, un red bull con sacarina. El six pack viene con una caja de condones. El coche se empieza a adaptar a una nueva decoración de interiores, entre basuras, cajas de condones, la toalla que compramos a mitad de la carretera de Pamela en bikini - y que el vendedor, un ejemplo de corporeidad rumana, con pansita de fuera, no entendía porque la queríamos comprar y entonces nos ofrecía sandalias de bambú y otras feminidades- Y sobre la bella Pamela, mis calzones secándose. Sí, soy pobre en ropa interior. Pienso que debí de haber invertido en eso los 30,000 dinares.

sábado, 11 de agosto de 2007

17. Asiento con vista a Transylvania



Las carreteras en Rumanía no existen y los caminos están en un terrible estado, horas en el coche, vamos como en un periferico, y a veces se nos cruza una carreta o una vaca. Tenemos asiento con vista a Transylvania, hermosa, acostumbrense al paisaje.
Y dice así, Usti Usti Baba http://viajealeste.imeem.com/music/eO2Fo09P/usti_usti_baba/

viernes, 10 de agosto de 2007

16. ¿judios balcanicos?

Las sinagogas del Este mutilado de judíos, y ésta disidente ya sin plegaria para esos templos-testimonio-tumba.

Les mando algo de lo nuevo de oi va voi, http://viajealeste.imeem.com/music/8Q3ELp5E/dissident/

miércoles, 8 de agosto de 2007

15. Timisoara


Salí del coche prófuga a las casas de cambio, por supuesto que perdí, incluso el sentido de la cantidad, de lo que tengo o de lo que carezco, pienso que de alguna manera esto es una gracia.
Timisoara, se encuentra en la provincia de Banat, segunda ciudad de Rumanía. Arquitectura hasbúrgica - el imperio la ocupó hasta 1918-. Fue una de las primeras ciudades europeas en tener luz eléctrica. Sus plazas son hermosas, para algunos horas desiertas en la tarde comiendo palomitas, para otros hogar sin techo. El café de la mañana, menú de desayuno, bolsa con cemento para niños pequeños, los vemos inhalar, y cuando se acercan a nosotras una señora les grita que no nos roben. (Según nuestro amigo Alin, que nos recibió hermosamente en su casa, mil gracias)
Y sobre la historia reciente de Timisoara y sus plazas, en 1989 una de ellas fue el epicentro de la revolución contra Ceausescu, el dictador comunista - con todo y esposa dictatorial, Elena- las condiciones de trabajo fueron patéticas, el país pasó hambruna porque una de las ideas geniales de nuestro dictador fue usar los productos alimenticios para pagar la deuda externa, estuvo durante 21 años en el poder, y como todo dictador totalitario, la guerra interna tuvo como fin la supresión de la oposición. La plaza de la Revolución o la plaza de la Libertad, según te convenga.

martes, 7 de agosto de 2007

14. Zamun, Danubio mistico


Antes de cruzar la frontera con Rumania, hacemos una parada en Zamún, pequeña ciudad a las orillas del Danubio, a unos cuarenta minutos de Belgrado, es domingo y los citadinos vienen a pasear y a comer pescado.
Me despido por ahora del Danubio. Un río metafísico corre por mis venas.
http://viajealeste.imeem.com/music/ERkMxwjL/the_lost_ring_of_the_czar_konstantin/

13. El mercado



En la iglesia ortodoxa celebran una boda, la novia lleva una corona dorada y detrás de ellos los padrinos los iluminan con sirios, los invitados dan vueltas dentro de la iglesia, sólo los íconos parecen estar fijos sin ser inmóviles.
En uno de los íconos, la virgen está en la almendra de la pasión parece también un embrión, ella es contemporánea a la creación y en el pesebre los animales celebran el nacimiento de la vida en la vida.
Los niños gitanos no están invitados a la boda ni a la iglesia, a sus puertas mendigan, nos posan y con sus celulares nos toman también fotos, algunos de ellos tocan los senos de las mujeres para bendecirlas de fertilidad a cambio de una moneda. Sus padres están prestos con las trompetas esperando la salida de los novios para entonar las fanfarrias.
Después de la iglesia ortodoxa, vamos al mercado, compramos cosas para comer y un cuchillo para partir los jitomates, el problema fue deshacerse de él. Pienso que no hay como los mercados para conocer la vida de un pueblo. ¿Cuántos huevos hay en el mercado después de mi conversión a la ortodoxia? Tengo 30,000 dinares, la comida nos cuesta menos de 30, me restan sólo algunas horas en Serbia y es domingo. Voy a tener que ir de la esfera del espíritu, al mercado negro para cambiar el dinero en la frontera con Rumania, Dinares por Leis, y perder o ganar.
Mientras vamos en el coche, escuchamos Serbian Etno Sound:
http://viajealeste.imeem.com/music/SoDDn-eH/dal_znaes/
http://viajealeste.imeem.com/music/hST6TZrX/oj_golube/

12. La iglesia ortodoxa de Belgrado


Sin palabras, sin imagen...Un silencio susurra. En el espiritu perdemos las horas, en la eternidad, nos convertimos a su arquitectura y a su luz.