miércoles, 15 de agosto de 2007

20. Viejitos



Las tardes en Rumanía, de horas vacías después de la jornada de trabajo, de arar la tierra con el cuerpo y hacer montos de paja con las manos. Camino de regreso, montados en la carreta. Antes de caer la noche el tiempo se alarga y acontece la vida simple, de quehaceres innecesarios. Los ancianos se sientan en las bancas frente a los portones, y uno de ellos discute con el otro y utiliza las manos a more geométrico, nos saludan desde las ventanas, les somos tan exóticos como ellos a nosotros, tan extrañas. Y los ancianos ríen, sospechan sabiamente, y uno de ellos me toma de la mano para guiarme al hotel, aunque ya no recuerda la calle, porque la memoria se vuelve selectiva a cierta edad y los días son largos, intemporales, como en el viaje.